Espacios públicos transformados, comunidades unidas

"Antes aquí en Santa Fe todo estaba grafiteado, daba mal aspecto", señala uno de los vecinos beneficiados por la Macro Intervención de 145 murales ocurrida en Tlajomulco, Jalisco. Pero, una vez que las pintas se terminaron percibió un cambio y afirmó que, con ellas, a quienes pasan por ahí se les quita la idea de que es una mala colonia.

Sin embargo, el propósito no solo fue transformar la estética del barrio, sino también generar lazos de participación y confianza en las 37 mil personas impactadas por ese proyecto.

Porque como apunta Henri Lefebvre en su libro “El Derecho a la Ciudad” (1968), el espacio público contiene objetos muy diversos que no son únicamente cosas sino también relaciones. Es soporte y, a la vez, un campo de acción. No hay relaciones sociales sin espacio, de igual modo que no hay espacio sin relaciones sociales.

De modo que, un elemento sustancial para que espacios públicos renovados tengan una mayor posibilidad de mantenerse vigentes, seguros y útiles es la participación ciudadana.

Existen cientos de casos en el mundo que han comprobado cómo los espacios públicos transformados pueden mejorar la urbanización visualmente. Pero, involucrar a los vecinos y usuarios de estos sitios promueve la responsabilidad comunitaria.

El programa de impacto social México Bien Hecho ha corroborado en las distintas intervenciones a espacios públicos de todo el país que, una metodología que incluye conversaciones con las comunidades y el estímulo de su participación es vital para que estos sitios, con el paso del tiempo, permanezcan seguros, dinámicos, resilientes y, finalmente, sumen a la felicidad de las personas.

Porque al ver reflejados en estas pintas su esfuerzo personal, así como sus historias familiares y colectivas surge un interés genuino de vecinos y transeúntes por conservarlas. Tanto que, después de cada proyecto, el porcentaje de personas que fortalecieron su participación libre y auténtica se incrementó en 166.2%.